Algo así, aunque con mucho más tacto del que Trump usaba en su programa de televisión, ha sido como me han dicho que no seguiré en Estudiantes. La verdad es que me lo esperaba, no ya este año, que también, me lo esperaba el año pasado, aunque bueno, uno siempre mantiene la esperanza, que dicen que es lo último que se pierde.
Personalmente no tengo más que buenas palabras o por lo menos, decir que me han dejado trabajar como me ha dado la gana y eso tiene un valor, para mi incuestionable. Gracias por ello.
Javier Zamora, al que le deseo mucha suerte, me llevó, in extremis, el 31 de agosto del 2016, seguramente porque me había ofrecido más de una vez y porque algún que otro entrenador le falló, pero el caso es que arriesgó, sabiendo que mi forma era, cuando menos, “peculiar”. Igual también contó mi apellido, vamos que no me importa, sé que no despierto pasiones.
Estos cuatro años he tenido tres generaciones:
- Una generación 2003 que inició muy floja la temporada y que terminaron jugando un buen baloncesto, aunque no suficiente para ir al campeonato de España, ¡Cuánto lo sentí por ellos!, de forma merecida, porque Torrelodones, con dos jugadores extraordinarios y Fuenlabrada, con un gran jugador y un mejor grupo, nos ganó merecidamente todos los partidos oficiales, aunque siempre con marcadores ajustados. De esta generación, creo que al menos 5 niños tenían unas formas, unas cualidades que eran capaces de sorprenderme durante los partidos. El año que viene serán junior de segundo año y veremos cómo Montero, Alonso, Luque, López, García y Orenga, que son los que siguen y me sufrieron, son capaces de competir. Otros dos jugadores que fueron determinantes y que me costó mucho adaptar por ser infantiles de primer año, fueron González y Navarro. Todos ellos me regalaron un año increíble y ojalá les haya quedado algo de la cara con la que intenté que jugasen. Muy a vuestro pesar, os dedicaré un post más temprano que tarde.
- Otra generación 2005, muy diferente, donde a los 3 meses de empezar en infantiles de primer año, insistí al club de los problemas que tenían. No hubo refuerzos, se mantuvo un grupo sin referencias interiores, que impidieron el desarrollo de muchos de ellos y aún así, consiguieron muchos resultados increíbles. Quiero recordar que en momento alguno introdujimos soluciones tácticas, que nos enfrentamos a equipos increíbles que no perdían un solo balón y que el bloqueo directo e indirecto estaba asentado en su juego, donde la defensa zonal era habitual, algo que me parece perfecto, de veras, pero donde yo no quería dedicar tiempo a desarrollarla, más allá de advertirla y que quedaron segundos de Madrid y que perdieron en octavos de final en el campeonato de España contra el Joventud, equipo que ganaba en el descanso del tercer y cuarto puesto contra el Barcelona de casi 20 puntos. Fueron Jeremy, Lisardy, Batlle, Bermejo, Ramón, Santiago, Marcos, Andrés y Alejandro, junto con Rodrigo, Omar y Yakob que ya no siguen. Decepcioné a unos cuantos por no ser capaz de conseguir mucho de su baloncesto. A todos les dedicaré otro post, sin duda. Mucha calidad desaprovechada por la falta de referencia interior, pero creo que un trabajo muy intenso por su parte, donde creo que terminamos la categoría infantil con una capacidad envidiable de 1×1 con balón y un buen acierto en el tiro exterior. Quiero insistir que trabajar conmigo no es fácil, no soluciono nada a los niños, ni en los entrenamientos, ni en los partidos, y exijo que se juegue con un alto nivel de velocidad y sin paciencia para recuperar el balón, vamos valoro la inconsciencia, y con todo ello, que era un suicidio colectivo, alcanzamos el subcampeonato de Madrid. Recuerdo: Generación 2002 (Héctor Alderete), tercer partido de cuartos de final en Magariños, ganaban de un punto con ataque de Distrito, creo recordar y luego 2003 y 2004, dos generaciones que quedaron fuera del campeonato de España.
- Y la última, el 2008, una generación que posiblemente sea una joya de futuro, si son capaces de aguantarla y de fichar al menos a dos jugadores altos (yo ya he pasado al menos cinco al club para que lo hagan). Iyayi, Joseph, Darío, Yago, Montero, Adrián, Javier, Álvaro, Gonzalo, Luke, Pablo y David. Son mágicos. Todos ellos me sorprendían en los partidos, se desesperaban porque jugaban contra ocho, los cinco del otro equipo, el entrenador del otro equipo que solía manejar con un mando a distancia a los niños, pobres, contra mi, que les ponía continuamente piedras en el camino y contra el árbitro, al que me encargaba de aleccionar para que nos pitasen más manejo de balón o más faltas que a ningún otro equipo (una vez un árbitro me amenazó con pitarme técnica por insistirle en que pitase manejo a un niño de mi equipo). Yo no se ellos, pero yo he disfrutado un huevo. Son muy niños y no sabemos lo que les deparará el futuro inmediato, no sabemos nada, pero aquí hay mucho, muchísimo posible baloncesto.
Pues that’s all. A todos ellos, mi puerta siempre estará abierta y si quieren trabajar individualmente, me ofrezco sinceramente a ello, ahora tendré tiempo.
Agradecer a León, Adrián, Manolo, Alba, Pol y Santiago, su capacidad de supervivencia y empatía. Nunca he sentido una crítica negativa, siempre ha sido todo constructivo.
Mamás, papás, lo siento de veras. No suelo hablar mucho, pero que levante la mano la madre o el padre que cuando lo ha necesitado no me ha encontrado.
Este post es dedicado a lo más importante que debe haber y es el niño. Todo lo demás sobra. Los entrenadores somos un pegote, donde es mejor no hacer, que no hacer bien. El siguiente post hablará de filosofía.
¿Será esto la nueva normalidad?