Me alegré por Villanova. Roland Massimino siempre me había caído bien. Cambió el modo de trabajo de la universidad y aunque creo que fue el último, hasta este año que había ganado la liga nacional, situó a la universidad en el top eight en bastantes ocasiones.
Pero bueno, al margen de las batallitas del abuelo Alderete, vayamos al lío. La gente habla de dos cosas:
1. O de los dos triples consecutivos
2. O de la mala defensa que hizo North Carolina
Véase el vídeo:
Todo eso está bien, pero personalmente me gustaría destacar varios detalles que son, para mí, bestiales en la jugada del empate. En primer lugar, el riesgo, tan absolutamente maravilloso que el jugador de Villanova hace cuando se tira a por el balón. En segundo lugar, el gesto que hace de llevarse el balón de un lado, al otro el escolta de North Carolina y su consiguiente arrancada. Un balón mal sujeto se habría esfumado, bien de las manos, bien en la arrancada. Y en tercer lugar, cómo entra al rebote un jugador que viene desde atrás.
Creo que son detalles que hacen a un jugador especial, diferente, útil y preparado para la «guerra». Si veis los minutos previos a los dos ataques finales, están plagados de errores defensivos, pero de enormes agarres del balón y de tiros con una enorme determinación.
Sé que no aportó nada (bueno, no sé si aportó algo en otros post), pero en este caso, hago de observador y recuerdo que estos chavales ya serían lo que en nuestro país serían ACB’s, puesto que tienen 21 a 23 años. Si quería introducir en el análisis este fenómeno del riesgo en la defensa y del valor de los detalles en los momentos críticos. Y por supuesto la capacidad desestabilizadora que un solo jugador tiene en este deporte en momentos críticos. Pero lo que más me llama la atención es el entrenamiento. La capacidad de hacer, se gesta en el entrenamiento. ¿Suena manido? Pues lo siento, pero si en los entrenamientos no hay concentración en todos y cada uno de los tiros que se tiran, no lo habrá en los partidos. Estos tiros se tiran convencidos o no se tiran. Estas acciones se hacen convencidos o no se hacen. No salen de forma natural en momentos tan complicados.
Abogo por la interiorización de los gestos, pero basado en elementos tan mágicos como el agarre, la intuición y la determinación al riesgo. Todo esto conlleva un cóctel mágico.