Pequeño, en la primera acepción de la RAE: «Que tiene poco tamaño» y en la cuarta: «Poco importante o poco intenso»
Bajo, en la primera acepción: «De poca altura» y en la tercera: «que está en un lugar inferior respecto de otras de la misma especie o naturaleza».
Pues vamos a ello. Muchas veces he comentado que el baloncesto es antidemocrático y antinatural. Lo primero, porque la probabilidad de que un alto llegue a jugar a un buen nivel es mucho más alta a que lo haga un jugador bajo o un jugador pequeño y parece lógico. Jugadores de 2 metros buenos llegan muchos, jugadores de 180 cm buenos no llegan muchos. Los primeros tienen que ser buenos, los segundos, excelentes.
Hay jugadores muy buenos bajos y jugadores muy buenos pequeños, pero ¿Qué les diferencia a unos y a otros?
Un jugador pequeño suele ser aquel, que seguramente tenemos todos en la memoria, que hace diabluras con el balón, pero que va con el freno puesto. Elude el contacto, penetra poco, se conforma con subir el balón y cuando tiene espacio, tira y todo el mundo le aplaude (en infantiles o cadetes), porque no pierde una, intenta manejar al grupo con cierta armonía, porque es lo que se espera de ese tipo de jugadores.
Un jugador bajo, no sabe que es bajo o al menos, no le da importancia. ¿Han visto como los perros teckel atacan a los jabalís, o se tiran a por animales mucho más grandes que ellos? Eso es un jugador bajo. Un teckel nunca se ha mirado en el espejo, a un jugador bajo, se la pela tener poco tamaño en un mundo de gigantes. Ama el riesgo, quiere tirar, penetrar, pasar, se ve preparado para coger rebotes y va a por ellos aunque salga despedido en el contacto. Un jugador pequeño es impredecible, mientras que un jugador bajo, juega bien, algo fácil de prever e incluso de impedir.
Vale, pero ¿cómo conseguimos que un jugador pequeño se convierta en bajo? Hay mucho de genética, seguro, pero también mucho entrenamiento detrás y mucha paciencia por parte del entrenador. En una categoría infantil o cadete, el entrenador posiblemente no va a aceptar que un jugador de baja estatura arriesgue en acciones propias de jugadores altos y posiblemente la mejor forma de saber si un jugador es bajo o es pequeño es dejarle para ver si lo vuelve a intentar.
Por tanto: Provocar 1c1 contra grandes en distancias cortas, animarle a que vaya al rebote, dejarle que desarrolle toda la intuición necesaria para ir a recuperar el balón, provocarle para que se meta en el lío de la zona y saque provecho.
Seguro que todos tenemos en la cabeza a Raúl López, a Campazzo, a Spud Webb (ganador del concurso de mates de la NBA), pero no muchos más y seguro que este recuerdo nos genera una sonrisa en la cara. Estos jugadores son definitivos, porque el baloncesto está desarrollado para atacar y defender a jugadores grandes, pero no tiene grandes recursos para parar a jugadores pequeños (los bajos se paran ellos solos).
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