Viva el Caos

Que el niño haga lo que quiera…

Seguramente es una de las cuestiones más controvertido de mi libro. Muchos entrenadores o padres o enamorados del baloncesto me han criticado ese elemento que parece subyacer en toda la metodología que intento transmitir. La cuestión no que el niño haga lo que le de la gana, la cuestión es que el niño se atreva a hacer lo que le de la gana.

Creo que hay tres problemas indirectos en esa controversia:

En primer lugar, lo que menos me preocupa, que el entrenador vea un riesgo en la capacidad del niño para arriesgar y desarrollar su juego por encima de los conocimientos que él tiene (el entrenador). Esto, bajo mi punto de vista, es un problema para el entrenador, porque para mejorar, hay que ser un observador inteligente y si el entrenador piensa que el niño no tiene nada que mostrarle, no evolucionará nunca, pero esto es problema del entrenador. Allá él/ella.

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En segundo lugar, viene lo problemático, que es que el niño no mejore porque siente inseguridad, por no atreverse, para hacer y decidir por su propia iniciativa. Es aquí donde viene el problema. Decía Ángel Cappa que más vale tomar una mala decisión que dudar y vaya si es cierto en el ámbito deportivo. Pero claro, todos los entrenadores quieren jugadores efectivos, pero con la efectividad del conocimiento del entrenador, no con la resolución del aprendizaje del jugador. Moraleja, que los entrenadores no nos fiamos de lo que les enseñamos en los entrenamientos.

Y en tercer lugar, es el «drama» de que las decisiones afectan al resto de los jugadores. Pues claro, como no podía ser de otra forma. Fijaos hasta donde ha llegado nuestro ego, el de los entrenadores; Somos capaces de aceptar que las decisiones de quien no juega, nosotros, afecten a los que juegan, los niños, pero no nos gusta que las decisiones que toman los niños puedan afectar a sus compañeros. Todo es un aprendizaje y la necesidad de tomar decisiones y de «equivocarse» (entre comillas porque después de más de 30 años entrenando no he llegado a comprender bien el concepto equivocarse), también.

Sé que me pongo muy pesado con esto y que muchos amigos y colegas me dicen eso de: «ya estás otra vez…», pero es grave que un niño no arriesgue, es grave que un niño no sienta su propio baloncesto. Es grave que un entrenador de elite le diga a un jugador profesional medio joven: «¿qué cojones de espacio es ese?», cuando la consecuencia de eso es que la próxima vez desechará la posibilidad de hacer algo porque dudará de si ese es el espacio que quiere el entrenador o no (entendiendo que un jugador senior está sujeto, seguramente a parámetros que no manejo, pero que ese entrenador es un espejo para otros entrenadores jóvenes).

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En los entrenamientos personales, me encuentro con niños a los que hay que animar a que hagan cosas, me encuentro con mentalidades conservadoras, nada valientes, con miedo en su juego. Pero lo conseguiremos, lo siento por los entrenadores gamers. El trabajo técnico y la imaginación de los niños frente a los mandos de la Play del entrenador; Os derrotaremos.

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