En las concentraciones de la FBM con niñas y niños alevines de primer año, hemos estado trabajando el agarrre del balón como parte básica en la formación de los mismos. ¿Y por qué me propuse este fin? Observaba que los niños venían con unas carencias extraordinarias en este aspecto. Por ejemplo, no tenían dedos fuertes, apoyaban el balón en la palma de mano, etc. Y como esto sucedía, buscaban mecanismos de defensa para impedir que les quitasen el balón. Por ejemplo, lo escondían, lo llevaban arriba, no arriesgaban en el movimiento hacia canasta, etc.
¿Qué hicimos? forzamos que todas y todos debían escuchar al entrenador con el balón bien sujeto, fortaleciendo los dedos y acostumbrándolo a tener el balón donde debe estar, delante y a la altura del ombligo. Luego activamos el warning de la recepcción, sacando las manos hacia el pasador y atacando el aro llevando el balón rápidamente delante y a la altura del ombligo. Me gustaría recordar que la recepción es más una actitud que una técnica. Y finalmente trabajábamos el agarre desde dos prismas, el agarre después de bote y la entrada a canasta. En los dos casos, el balón siempre debe ir delante, al ombligo. ¿exagerado? si, ¿necesario? fundamental. No pretendo que el niño evolucione y lo haga siempre así, pero lo primero que el niño debe trabajar es el ataque hacia el aro y no la protección del balón. Fijaos en la siguiente imagen. ¿os suena?
Es un error, y además fatal para el desarrollo del niño. Esto no se debe enseñar y no digo que no se deba hacer, es decir, si el niño en cadete, después de haber trabajado la agresividad la ambición y el ataque hacia el aro, decide en algún momento hacer este movimiento, pues vale, pero no partir de este movimiento en el aprendizaje.
¿Y por qué al ombligo y delante? El jugador debe formarse en el riesgo, en la anticipación y nunca, para atacar, en las maniobras defensivas, como por ejemplo, la nefasta posición de triple amenaza, que no es más que un formato poco evolucionado y nada útil. Debemos conseguir que el niño tenga el balón en una posición que le permita atacar sin haber defendido antes. Y que sea la velocidad y el talento de la anticipación y el riesgo el que consiga no perder balones. Si protegemos, no perdemos, pero no atacamos. El baloncesto es un deporte de altos que se juega por el suelo, es una de las grandes dificultades de este deporte.
Fijaos, en este caso, este niño lleva el balón bien sujeto, pero demasiado pegado a la barriga, lo está protegiendo y esto le impide arriesgar en la entrada. Fácil es decirlo, ¿verdad? pero el que juega es él, no yo. Bueno, pero mi obligación es conseguir que sea buen jugador, no que ahora no le quiten el balón.
Y si un junior, cadete o infantil no tiene esto interiorizado (aún no conozco a nadie que lo tenga), se debe trabajar así, puesto que hará a los niños mucho más efectivos. Un balón delante obliga a actuar, a decidir y esto mejora la velocidad del juego, mejora el riesgo y por tanto hace más grandes a los niños.
Forcemos al jugador a coger bien el balón, obligarlo a que decida y actúe y construyamos desde esa posición, no desde posiciones defensivas. Formemos desde la base y no permitamos que el niño vaya pasando categoría tras categoría sin los aspectos básicos del juego.