Este tema merecería un libro entero, porque intervienen muchos aspectos a la hora de hacerlo bien. En mi libro (momento para la publicidad), hablo más apropósito de ello, pero me gustaría tratar este tema desde dos perspectivas.
En primer lugar, siempre he defendido que la recepción del balón es más una actitud que un desempeño técnico. Si bien hay aspectos técnicos a trabajar para una recepción adecuada, es más importante tener la disposición absoluta para hacerlo y creo honestamente que trabajando esa disposición, en principio bastaría en edades tempranas.
Pero si un jugador que pide el balón, no hace nada cuando lo recibe, principalmente porque lo pasa a otro, queridos niños, cada vez será menos probable que ese jugador vuelva a recibir el balón. Cuando un jugador pasa a otro, es por alguna razón, mas allá del sistema y esa razón suele ser que sabe que ese pase es el más adecuado y no solo el más cómodo.

La segunda cuestión es la razón de la recepción. Hago un paréntesis para indicar que el lanzamiento de mi libro (segunda pausa para la publicidad), me ha dado momentos gloriosos, pero seguramente el mayor de todos ha sido poder entrar en un grupo de WhatsApp de baloncesto de no se cuántos entrenadores, qué están todos absolutamente pirados y que, sin conocerles personalmente, me da la sensación de ser casi amigo desde hace una eternidad de todos ellos. Bien, en ese grupo se habla de muchas cosas, incluso de política, pero sobre todo de baloncesto y he podido «discutir» de muchos aspectos técnicos y entender, a mis 55 tacos, muchos puntos de vista, posiblemente porque la mayoría son entrenadores de base, de pequeños y con una experiencia brutal. Bien, una de las cuestiones de las que se trataron (no les sigo el ritmo de todo lo que dicen, no me da tiempo a pensar una cosa y ya están con otra, es la leche), es si bajar o no bajar el balón en el tiro, ese concepto tiene un nombre y yo lo desconocía, DIP. La casualidad de estar pensando en este post, me hizo escribir sobre esta segunda cuestión.
Vamos allá:
Cuando un jugador recibe el balón, no lo hace solo para tirar o para botar o para pasar, lo hace para jugar. Por tanto, esta recepción me queda clara que debe ser suficientemente global para permitir al niño desarrollar su juego. Ojo, este post no intenta explicar si el «DIP ese» si o no (spoiler, me parece que carece de sentido, busquen tres grandes tiradores, aunque con uno me bastaría, que como norma no lleven el balón al ombligo cuando tiran), simplemente quiero insistir en que si bien la recepción es una actitud, el pase es la mayor definición del juego, puesto que el pase debe ayudar al jugador a jugar (tanto para el que da el pase, como para el que lo recibe). Este punto de vista está en mi libro (tercer espacio publicitario), pero sin duda lo trabajaré en otros post.
Por tanto tenemos dos situaciones, por un lado querer recibir para hacer y producir y por tanto, estar en disposición de volver a recibir y por otra, recibir para ejecutar, es decir, que si bien puedo intuir lo que voy a hacer cuando quiero recibir el balón, está claro que los planes no están hechos para cumplirlos, sino para modificarlos y sorprender(me) y el equilibrio es fundamental para ello, ergo, desde el ombligo, todo funciona mucho mejor.

La recepción, por tanto, no termina hasta que el balón no pasa por el ombligo y hasta que no se ejecuta la acción decidida con la consiguiente producción de peligro y así, no todos los pases conllevan una recepción. Sé que esto será suficientemente controvertido, aunque ojalá esté equivocado y no lo sea, y todos los entrenadores lo tuvieran interiorizado y todos los jugadores asumido.